Con
la llegada del S. XX se descubrió que el futuro era como una aventura que no se
sabía cómo iban a suceder los hechos ni cuál sería su final.
Y es
que en muchas ocasiones no somos capaces de predecir cuántas consecuencias van
a tener las decisiones que tomamos pues en la vida como en nuestras aventuras
no será lo mismo elegir un camino que otro, ya que estos no conducen al mismo
lugar. Aunque también es cierto, que si supiéramos donde nos conducirían estos
caminos no sería algo sorprendente
Y es
que la vida como en la historia está avanza, no de manera frontal como un río,
sino mediante desvíos procedentes de innovaciones o de creaciones internas, o
de acontecimientos o accidentes externos. Pero no existen solamente las
innovaciones y las creaciones, también existen las destrucciones. Éstas pueden
así surgir de nuevos desarrollos; los avances de la técnica, la industria y del
capitalismo. Es más, si seguimos comparándolo con una aventura, en muchas
ocasiones hay caminos cortados que nos hace retroceder y tomar nuevas
direcciones, es lo mismo que pasa con nuestra vida, en muchas ocasiones se
destruyen formas de gobierno que pueden ser para mejor o para peor.
Estas
destrucciones traen cosas positivas, porque en la mayoría de las ocasiones
producen cambios a mejor pero también tiene su parte negativa y es que se
perdiendo muchos saberes, obras de pensamiento, obras literarias, por lo que
existe una integración muy débil de la experiencia humana adquirida y un
importante desperdicio de esta experiencia, que es en gran parte derrochada por
cada generación.
Tantos
problemas dramáticamente relacionados no
inducen a pensar que el no sólo está en
crisis sino que se encuentra en eses estado violento en que se enfrentan las
pulsiones de muerte a las pulsiones de vida que bien podemos llamar agonía. Y
es que la verdad, es que vivimos cada ser humano en una realidad concreta,
donde lo que es para uno no es lo mismo para otro, lo que esto produce dicha
agonía a como sucederán las cosas, si estas palabras significarán lo mismo para
mí como para el otro, por tanto, es mundo lleno de incertidumbres.
Incertidumbres que generan riesgo y preocupación. Y es que en muchas ocasiones,
nuestros actos pueden repercutir en gran medida a otros, lo que nos hace
plantearnos y dudar sobre todo aquello que estamos realizando, por lo que
no hay garantía de que ninguna acción
actué en el sentido de su intención.
Para ello existen, efectivamente, dos vías para afrontar la
incertidumbre de la acción. La primera es la plena conciencia del riesgo que
conlleva la decisión: la segunda, el recurso a la estrategia.
De
este modo,, la respuesta a las incertidumbres de la acción está constituida por
la buena elección de una decisión, por la conciencia de la apuesta y la
elaboración de una estrategia que tenga en cuenta las complejidades inherentes
a sus propias finalidades, que en el trascurso de la acción pueda modificarse
en función de los riesgos, informaciones…etc
Y es
que la vida es como un juego, pero los juegos de la vida raramente comportan
dos actores, y más raramente actores racionales.
Y es
que el principal problema que tenemos los seres humanos a la hora de marcas
hechos es que no se nos comprenda, ya que la comprensión humana sobrepasa la
explicación. La comprensión de lo que
otro quiere decir con sus palabras, sus ideas o su visión del mundo, esta
siempre amenazada por todos los lados, ya sea por que existan ruidos, porque se
coloquen ironías, formas de expresarse propias, costumbres culturales, y es que
vivimos en un mundo lleno de elementos de comunicación que nos permiten
transmitir muchos mensajes pero las palabras están siempre llenas de sentido. Y
luego hay que tener presente la self-deception que es un juego rotativo
complejo de mentira, sinceridad, convicción y duplicidad, que nos conduce a
percibir en forma peyorativa las palabras o actos de los demás , a seleccionar
lo desagradable, a eliminar lo favorable, a seleccionar nuestros recuerdos
gratificantes y a eliminar o transformar los vergonzantes.
En
realidad, hay que tener en cuenta que el no comprenderse a si mismo es una
fuente muy importante del incomprensión del prójimo. Uno se esconde a sí mismo
sus carencias y debilidades, haciéndoos despiadadas con las carencias y
debilidades ajenas.
Y es
que en definitiva nuestros caminos están señalados por múltiples factores que
hacen atractivas nuestras aventuras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario